domingo, 30 de mayo de 2010

“Fútbol para todos”

Falta cada vez menos para que empiecen los partidos de fútbol del Mundial 2010 pero hace ya varios meses que se vive la euforia. El tema de conversación va cobrando día a día más relevancia en la vida de todos y de cada uno, aunque con intensidades diferentes.
El fútbol es un deporte con un lugar especial en la vida de los argentinos: es sagrado, intocable, machista y pasional. Pero si del mundial se trata, todos nos convertimos en hinchas incondicionales. Las banderas celestes y blancas, las camisetas, los gorros y las cornetas brillan más que en las fechas patrias. Hay euforia por la nación y se canta el himno con energía. Todo el país está mirando con ansias al equipo y rezándole al santo de su devoción para que gane los partidos. No sólo se revitaliza el orgullo nacional, sino también, la unidad ciudadana.
“El mundo es redondo” y Cristóbal Colón se revuelve en su tumba. Cualquier producto o servicio que podamos adquirir en estos momentos se refiere a la selección nacional. Todas las marcas se han convertido en hinchas o sponsors oficiales de la selección. Los yogures son los que nutren a los jugadores del plantel y los televisores se ofrecen en todos los tamaños, formas y colores como si se estuviera ofreciendo un kilo de pan. Los jugadores todavía no patearon la pelota oficial y ya están en televisión hace meses haciendo el rol de modelos; son la imagen del momento. Esta apuesta publicitaria demuestra que es lo que le preocupa y le interesa hoy a la gente. Pero todas estas marcas están esperando que el equipo argentino avance en la clasificación y llegue a la final. De lo contrario, no podrían amortizar tanto dinero invertido y tendrían que esperar cuatro años más para buscar la revancha.
Mientras tanto, seguiremos escuchando la formación del equipo, una lista que se borra de la noche a la mañana, en la que los jugadores aparecen y desaparecen como por arte de magia.
¿Podemos quedarnos afuera del mundial? Como espectadores, creo que estamos condenados a seguir a la masa. Si no vemos ni sabemos como sale Argentina en el Mundial 2010 es porque apagamos los televisores, dejamos de comprar el diario, no salimos de nuestra casa, no fuimos a trabajar, apagamos los teléfonos y nos quedamos dormidos varios días sin levantar la persiana.

martes, 11 de mayo de 2010

Romper el hielo...

Para algunos es fácil romper el hielo, tienen dentro de su naturaleza el poder de la desvergüenza; o tal vez, han sido dotados de una gran sonrisa y de unos pícaros y despiertos ojos que los eximen de dar explicaciones. Ellos rompen el silencio o la incomodidad de no saber qué hacer, se lanzan y siempre caen bien parados.

Otros, para romper el hielo, preferimos los pequeños grandes detalles. ¡Ojo! no se trata de conformismo, sino de valorar todos los momentos del día.
A la mañana, no existe nada más agradable que el olorcito a café recién hecho que emana de la cafetera y nos hace olvidar que son las siete menos diez y que el sol aún no se asomó. Que mejor que agarrar un tazón y llenarlo hasta arriba – amargo para mí, por favor - y en un rapto de cariño mañanero, llenar otra taza y llevársela a tu novio, amigo o amante, que aún no puede despegar y sigue con la cabeza debajo de la almohada.

La ducha matutina es un buen rompe hielos, nos sacude y nos despierta animándonos a encarar la fría mañana limpitos y perfumados. Ni hablar del mate amargo a mitad de mañana, cebado arriba de un escritorio lleno de papeles y de lapiceras, de listas de pendientes y paquetes de galletitas a medio terminar, siempre compartido con aquel compañero que se está un escritorio mas allá, perdido entre carpetas y formularios.

El llamado inesperado de un amigo, para cortar la tarde y despejar la mente, es el rompe hielo ideal para encarar la tardecita con más ánimo y menos chinche. Una buena lectura arriba del bondi hace que el viaje sea más ameno, y a veces, hace que deseemos que dure un ratito más.