lunes, 14 de junio de 2010

Descategorizar

¿A qué se debe la manía que tenemos de llenar de categorías nuestra cotidianeidad? Nos pasamos la vida clasificándolo todo. Tenemos amigos de la facu, del club, de futbol, de teatro, de la escuela. Tenemos ropa para andar y prendas que se usan sólo para “salir”. Hay vinos para ocasiones especiales y vinos para todos los días. Solemos usar la vajilla fina cuando viene la suegra, y dejar los platos baratos para cualquier otro ágape. Algunos suelen usar hojas especiales- las he visto amarillas- para desarrollar las preguntas de un parcial, claramente por cábala, y las de cuadernillo para tomar apuntes.

Existen quienes están obsesionados con los colores y tiene el placard ordenado según esa categoría, separando obviamente la ropa de invierno de la de verano. Y estamos los que no toleramos mezclar ropa blanca con ropa de color al momento de lavarla.

Sin embargo, estas clasificaciones no son las que me llaman la atención, dentro de mi accionar las creo lógicas y de una naturaleza claramente pragmática. Lo que me asombra y extraña, es la manera en que discriminamos personas, la forma que elegimos para nombrarlas y cómo naturalizamos esa discriminación, eso que la “Real Academia Española” define como seleccionar excluyendo.

Cuando interactuamos por primera vez con alguien no podemos evitar preguntarle qué hace de su vida, dónde vive, la edad que tiene y hasta algunas veces preguntamos a qué signo del zodíaco pertenece. Indagamos por la cantidad de hermanos que tiene y qué hacen sus papás. Pareciera que nos es imposible relacionarnos con otro sin caer en estos lugares comunes. Nuestro propósito parece evidente: descubrir en qué categoría encasillarlo y así facilitar nuestro diálogo. ¿No sería mejor dejar de lado los parámetros establecidos?

Debatimos si tal es gay, o aquel es rata; un debate que lleva a un sólo lugar, poder por fin encontrarle una clase. Todo aquel que no cumpla con los parámetros pasa a engordar la categoría de raro, lugar subjetivo si los hay. No paro de preguntarme qué es ser raro, y a medida que armo una posible definición no puedo evitar caer en ambigüedades tales como: aquel que no es normal… ¿qué es ser normal?

Como es de suponer, hay categorías que tienen más prestigio que otras. Los que no se bañan quedan automáticamente estigmatizados, los gordos son siempre el blanco de las bromas – lo bueno es que no nos reímos de ellos, sino con ellos –, los feos nos dan penita, aunque también están los feos con onda.

Los extranjeros, según de donde provengan y que formación tengan, pueden ser objeto de nuestra admiración, como también objeto de nuestras bajezas menos enorgullecedoras. ¿Por qué si un chico con rasgos bolivianos nos pregunta amablemente la hora en el subte seguro nos quiere “chorear”? Muy diferente es si la hora la pregunta un rubiecito de ojos claros, vestido a la moda, al que le da paja buscar su celular último modelo en su mochila Nike. Creo que más de una se hace la linda.

Discriminar no es más que clasificar a las personas como si fuesen objetos. Creo que en su acepción peyorativa, tiene que ver con una clasificación que se hace a partir del desconocimiento del otro, o a partir de datos preguntados al azar como si fuesen la esencia de las personas.

Todo aquel que no se mueve de acuerdo a nuestros esquemas pasa a ser excluido automáticamente de nuestro entorno, de nuestra atención y de nuestras preocupaciones. ¿Existe una manera alternativa de relacionarnos que no tenga que ver con la reificación constante de los sujetos? Claro que sí, pero requiere de una sensibilidad que tenemos sin explorar, pero la tenemos.

Me animo a preguntarte: ¿qué te hace reír?

12 comentarios:

Lula, fan number one de su blog dijo...

Que me digan Tortu... jaja

stephanie-* dijo...

Buen post Ceci, aunque como te decía no entendí la pregunta del final... igual para eso está oxímora, para delirar un poco!

A veces es inevitable tener prejuicios para con la gente... el tema es aprender a controlarlos: no meter a todos en la misma bolsa, y dar igualdad de oportunidades a cada individuo.

beso!

La chica que discrimina a las hojas y utiliza las amarillas en los parciales.

Cecilia dijo...

Lula, a vos siempre te categorizamos como la tortu, aunque muchas veces nos muestres que de tortu no tenes nada.

Tef, hay una clara referencia a tu persona. Y me divierte eso!!!

Cuando me senté a escribir la idea no era otra mas que generar un debate en torno a nuestra forma de interactuar!
Me pareció interesante!

Sofía dijo...

Sí, Ce, es muy cierto tu post. Creo que yo sí entendí la pregunta final. Y me animo a decir que nosotros mismos nos encasillamos a nosotros mismos. Es decir, cuando alguien me pregunta:¿Qué estudias? ¿Qué hacen tus papás? ¿De qué signo sos?, rápidamente tenemos una respuesta para ello. Ahora, preguntame qué me hace reír, a qué le tengo miedo o cuál es mi sueño, ahí sí, me voy a tener que poner a pensar.

Cecilia dijo...

Claro, la idea era generar la reflexion en cada uno de nosotros; que, como bien decis, no sabemos qué responder cuando nos sacan de la estructura!!!!
A romper lo establecido!!!!

stephanie-* dijo...

aaaaaaaavisa, a la estrecturada de tefy le tenés que explicar todo!!!

Cecilia dijo...

jajaja!!! Yo no quise explicar nada porque hay libre interpretación! jejeje

Marian dijo...

Estoy de acuerdo en que nos pasamos la vida clasificandolo todo y solemos poner etiquetas "institucionalizadas", quizas por no animarnos a desafiar las estructuras. Pero seguro que existen nuevas categorias y creo que de a poco, se revelan: surgen nuevas maneras de comunicarnos; de agruparnos; nuevas excusas por las cuales reirnos y aunque un tanto ciclico, nuestro mundo se transforma dia a dia, por suerte.

Anónimo dijo...

Creo que el hecho de crear categorias para aprehender la realidad es algo inherente al hombre, fue y es nuestra forma de asimilar lo nuevo y lo desconocido. No estoy en contra de las categorias, creo que son naturales. De la misma forma, creo que es bueno cuestionarlas y examilarlas críticamente para eventualmente reformarlas o resignificarlas. No son palabra santa. Pero alejándome de cualquier debate filosófico, este post me hizo pensar en cuántas veces encasillamos a gente querida, provocándoles algún daño y lo que es peor, limitándolas a eso que creemos o pensamos de ellos. Es lo peor de las categorias, cortan lo novedoso, lo espontaneo, lo creativo, lo distinto. Y Tiñen nuestro ser y existencia de lo esperado y lo previsible...

Cecilia dijo...

Anónimo… Muchas gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo con vos, categorizar es nuestra manera de incorporar lo nuevo. Pero a su vez como bien decís, las categorías cortan lo novedoso y nos hacen caer en una paradoja que parece no tener fin.
Creo que las nos dan una cierta seguridad, ya que ante lo desconocido uno se siente expuesto, y automáticamente quiere enmarcar lo nuevo en algo conocido. Creo que no podemos salir de ella, pero si generar nuevas formas de comunicación, como afirma Marian, y claro nuevas categorías… ¿de vanguardia?

soli dijo...

UUUUUUYYYYY tienen razón. No puedo evitar tener prejuicios,con lo que dijo anónimo me quedé más tranquila. Igual las equivocaciones a raíz de ellos son recurrentes. Desaprender es difícil, pero lo intentaré por la salud de nuestros hijos....
Gracias por este espacio chicas

Soli

Anónimo dijo...

Esto existe todavía????